"Mi camino hacia la paternidad fue uno que nunca vi venir. Siempre supe que la maternidad era una aventura que quería emprender. Me imaginé este embarazo feliz y brillante que terminó en mí volviendo a mi cuerpo anterior al embarazo. Tuve el despertar más horrible que uno/a se puede imaginar lo que me hizo caer en un auténtico pozo.
Noviembre de 2019 me regaló pruebas de embarazo positivas después de que los pechos extremadamente doloridos y las oleadas de náuseas me llamaran la atención. En mi primera cita con el obstetra, no estaba lo suficientemente avanzada como para detectar un latido del corazón y saber si el embarazo era viable: De 3 a 4 semanas de gestación es lo que estimaron. Tendría que esperar a ver si hay un latido en 3 o 4 semanas más. En el tiempo previo a ver los latidos del corazón de mi bebé en el monitor por primera vez, entré de lleno en los momentos más duros del embarazo. Náuseas. Vómitos. Las 24 horas del día. Nada de lo que comía o bebía se mantuvo dentro. Todo el mundo me decía que era una parte normal del embarazo.
La semana 10 me llevó al hospital con una deshidratación severa. Tenía dos bolsas intravenosas que me inyectaban fluidos tan rápido como podían. Eso terminó siendo una maratón de vómitos de 4 días en el hospital. No podía comer. No podía beber. La vía intravenosa es la que me mantenía hidratada. Tuve que dejar el trabajo. Hubo más hospitalizaciones antes de que mi embarazo diera lugar a mi primera y dulce niña. Tanta medicación. Innumerables agujas intravenosas. Venas reventadas. Infiltrados intravenosos. Cambié el test de glucosa por un medidor de glucosa para comprobar mi nivel de azúcar en sangre 4 veces al día durante 2 semanas a las 28 semanas. Diabetes gestacional límite. Tendría que seguir controlando mi nivel de azúcar 4 veces al día hasta el nacimiento para asegurarme de no volverme diabética.
Pasé incontables horas investigando mi diagnóstico. Hiperémesis Gravídica. El 3 % de las mujeres lo experimentan. El 34 % de esas mujeres abortará. No hay mucha gente que lo conozca o que sepa que se trata de una condición genética. El 81 % de las mujeres que tienen embarazos posteriores volverán a sufrir hiperémesis gravídica. Yo lo hice. Mi segunda niña fue una gran sorpresa. Volvimos a librar la misma batalla otra vez. Fue menos grave, pero vino con anemia por deficiencia de hierro y diabetes gestacional. Pinchazos en los dedos, medicación y una dieta cuidada. No podía suprimir por completo los carbohidratos, pero comer demasiado era algo que no podía hacer. Teníamos que encontrar un equilibrio entre la hiperémesis gravídica y la diabetes. Tenía que comer para mantener mis niveles de azúcar y ganar el peso necesario, pero al comer le seguían los vómitos. Fue un ciclo infernal y un acto de equilibrio precario.
Pero lo logramos. Los tres. Felices, sanos/as y prósperos/as. Mi Wildflower y mi Lady Bug han merecido la pena. Cada segundo de mi viaje a la paternidad palidece en comparación con la risa, la alegría y la felicidad que me aportan mis hijas. Son mi lugar feliz. Cada momento con ellos es mi lugar feliz. Incluso cuando hay momentos difíciles. La paternidad es mi problema. Por siempre y para siempre. Ten en cuenta que Hyperemesis.org es mi recurso para los datos que he citado sobre la hiperémesis gravídica."