El embarazo y la maternidad tras el parto, incluida la lactancia, son experiencias tan personales y complejas que puede resultar difícil e inútil juzgarlas. Está claro que no hay una regla universal que determine cómo responderá una madre. Cada mujer y cada familia son un mundo, y dependerá del contexto social y del país en el que vivan.
En vez de juzgarles, las matronas deberían limitarse a proporcionar a las mujeres información sobre las distintas formas de alimentar a su bebé, sin olvidar las ventajas y desventajas de cada método.
La alimentación mediante lactancia o biberón es un acto responsable que cada madre realiza con amor a su bebé, con independencia de la opción que elija.
No hay "buenas madres" ni "malas madres"; solo hay madres3.
No deseo hablar únicamente de la imagen idílica de una madre y su bebé. También forma parte de la experiencia de ser madres que las mujeres expresen exactamente cómo se sienten: los momentos de alegría y duda, el esfuerzo de cuidar de un recién nacido, las noches en vela y la lucha por encontrar un equilibrio.
Nuestra sociedad no suele permitir que las mujeres justifiquen la fragilidad y ambivalencia de la experiencia de convertirse en madres y dar el pecho a su bebé. Esperamos que las mujeres vuelvan rápidamente a la normalidad, que sean madres eficientes y que den el pecho a su recién nacido casi con devoción. Las expectativas sociales y culturales suelen ser muy distintas de las necesidades reales de las madres y de sus bebés.
A este respecto, los sanitarios juegan un papel crucial para apoyar a las mujeres durante esta difícil fase, ofreciéndoles la fuerza y la confianza para que elijan la forma adecuada tanto para sus bebés como para ellas.