En el caso en el que un bebé haya sido derivado a la unidad de cuidados intensivos neonatales, hay estudios recientes que demuestran que el contacto piel con piel es una intervención sin coste alguno y de alto impacto que reduce la mortalidad y la morbilidad en los infantes pretérmino.3 El establecimiento temprano e ininterrumpido del contacto piel con piel y los cuidados de mamá mejoran significativamente los niveles de supervivencia neonatal y reducen los niveles de morbilidad.4
Los beneficios adicionales que recibe el/la bebé en la unidad neonatal incluyen:
Además, se ha evidenciado que en los casos en los que la madre ha practicado el contacto piel con piel, su volumen de leche mejora y la leche contiene anticuerpos y otros beneficios adicionales conocidos.2
El primer caso de COVID-19 fue identificado en diciembre de 2019 y siguiendo su propagación exponencial, la Organización Mundial de la Salud declaró el estado de pandemia global en marzo de 2020.5
Durante el aumento de casos de COVID-19, el conocimiento respecto al virus era limitado y también se desconocían los efectos que podría tenía sobre la población en general y, más aún sobre grupos específicos como el de las mujeres embarazadas y los bebés.6 Debido a la falta de evidencia científica entre los profesionales de la salud, surgió un dilema de lo más retador respecto al nacimiento de los bebés cuyas madres habían dado positivo en COVID-19. ¿Se debía seguir con el establecimiento del contacto piel con piel en base a los beneficios que se conocían hasta el momento? O, por el contrario, ¿La práctica debía detenerse en base a los efectos que aún se desconocían por la posible transmisión neonatal? Un informe realizado en base a las prácticas llevadas a cabo en 33 hospitales, mostró que, en la mayor parte de los casos, no se recomendó que las madres que hubieran dado positivo en COVID-19 se mantuvieran al lado de sus bebés.
Sin embargo, estas directrices estuvieron basadas en el miedo por los posibles efectos adversos y prácticas llevadas a cabo en otros hospitales, más que en la evidencia obtenida de anteriores situaciones pandémicas virales.7 La investigación muestra ahora que cuando una madre es sospechosa de tener el virus o es un caso de COVID-19 confirmado, y es separada de su bebé, esta separación, que implica la falta de contacto piel con piel, pone a los bebés en mayor riesgo de complicaciones de salud a lo largo de su vida o incluso de muerte.8
Sin embargo, es preocupante que estas interrupciones en la práctica de mantener a las madres cerca de sus bebés para facilitar el contacto piel con piel y el inicio temprano de la lactancia materna estén tan generalizadas. El análisis sistemático de 20 directrices clínicas provenientes de 17 países demostró que una tercera parte de las recomendaciones de separación madre/bebé se produjo debido a que la madre era sospechosa de tener el virus o en casos confirmados de COVID-19. Este informe indica que se trata de un "procedimiento que afecta de manera grave a la calidad de los cuidados proporcionados a los bebés prematuros y enfermos, provocando sufrimiento innecesario e incluso la muerte."9
Se estima que manteniendo juntos a las madres y a los bebés, incluso durante la pandemia, se podrían haber salvado más de 125. 000 vidas infantiles.8